jueves, 16 de octubre de 2014

Tanto,

Con la intención de irme a dormir..
Incluso con el estómago vacío, el pecho revuelto y los músculos cansados..
La cabeza.. No hablemos de la cabeza.
No me preguntes por mi alma, si es que crees en el aura.

Cierro los ojos y no puedo dejar de intentar recordar ese maldito abrazo.
¿Sabes?
No, no lo sabes.
Un verano entero guardé en un cajoncito de mí tu calor.
Supongo que lo saqué pensando que tendría de sobra para renovarlo, y ahora no consigo ni acercarme ni puedo siquiera imaginármelo. Es irónico, ¿cierto?

Ahora.. Pienso en lo que te pedí al volver a vernos tras esos días (semanas que fueron meses) tan largos (y no porque supiese ya que te perdía) que pasamos sin apenas saber yo de ti, o tú de mi.. Fue sólo que me cogieses.

Vaya.. Odiaba tus abrazos.. Y es que yo siempre quería sumergirme, disfrutar de cada detalle y pellizarte del pelo para saber que estabas ahí.

Y lo que para mí marca un abrazo.. Que los brazos pasen por encima de los otros y que por simple inercia me lleven contra el cuerpo y me levanten, un milímetro aunque fuese. Porque eso.. Son ganas.

Pero no, entrecruzabas tus brazos con los míos, me dabas una palmadita y me zarandeabas un poquito.

Realmente, me cuesta imaginarme el tenerte delante y no preguntarte por qué.. Aunque ya lo sé, no quiero.
Por qué no me llevaste la contraria. Por qué no apareciste y me diste un maldito apretón de los tuyos (aunque después de ver que cumplías mis expectativas sobre otra chica.. Ya no sé ni lo que quería), una promesa o un espera a mañana.

Puede que en otra vida.. Conectemos otra vez, podamos ser lo que tuvimos que ser.. Y entonces sea yo, que sin esperarte, sin más.. Te coja y no te deje salir,